Te posaste en mis ojos para colmarme de la belleza de tus alas, que
se convirtieron en las pestañas que se dibujaban en mis párpados
cansados por las orillas del pasado, por las montañas del mañana.
Sonreíste en mis pupilas para adentrarte a través de ellas hasta mi
alma, y quedarte sentado en mi corazón, entre palabras enredadas,
disueltas en tus carcajadas, en tu rostro efímero y eterno, destinado a
acostumbrarse a alegrar todas mis madrugadas.
Me dijiste que seríamos como las
gaviotas volando por encima de las aguas, sorteando las nubes,
esparciendo el amor y la calma, la serenidad y la magia de ser uno
surcando los cielos juntos, unidos por el lazo de nuestras dos almas.
Y ahora, ahora que te canto, ahora que te siento en mi cuerpo grabado
como si fueras mi piel, mi ser, mis manos, mis lágrimas que te adoran y
te aman, debo dejar que te vayas...
Sí, que te vayas, que te alejes
para derribar tus murallas, para acabar lo que dejaste a medias antes de
prometerme que serías mi fiel compañero de batallas, de vidas, de
guerras y conflctos que unidos convertiríamos en hazañas, y dime qué
haré si no puedo besarte cuando me tiemble la mirada al sentirme
abandonada, al añorar tu abrazo en la noche, en la alborada...
Dejaré que tus besos se eleven y me busquen hasta encontrarme en esta
playa, donde te esperé desde antaño, donde mi alma, todavía te
extraña...
Arael Elämä Araham...
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