En una tierra lejana, una joven hada se enamoró del viento...
Mas cada vez que lo llamaba, sentía que él no la amaba, que se regalaba a los árboles, a los ríos, a las nubes, pero que a ella ni siquiera la miraba.
Mas cada vez que lo llamaba, sentía que él no la amaba, que se regalaba a los árboles, a los ríos, a las nubes, pero que a ella ni siquiera la miraba.
Un día tras otro lloraba desconsolada, por la indiferencia del viento al que tanto amaba.
La lluvia trataba de calmarla, de consolarla, con un cántico tenue de amorosas gotas que la acariciaban, sin embargo, su corazón se entristecía y palidecía su luz hermosa de hada.
Pero una mañana, el viento la despertó con una grácil caricia en su cara. ¡Por fin se había dado cuenta de que ella era bella, de que le amaba, de que merecía la pena amarla!!.
Sin embargo, aunque su alma brilló con el sutil tacto de la brisa matinal que tanto le agradaba, de pronto supo que el viento hacía ya mucho tiempo que la amaba, a ella, a todo, porque el dulce resoplar que siempre pronunciaba, era un presente nacido para colmar de besos a toda la naturaleza creada.
- ¡Viento! - gritó - ¡¡Descubrí que te amo, que me amas, pero no me
perteneces y yo no pertenezco a nada, salvo a mí alma, a mi ser, a mi
condición de hada!!
Y el viento danzó ondeando con los cipreses que la rodeaban y los besó dulcemente para que ella los observara.
Entonces sus alas se alzaron fulgurantes, y ella quedó envuelta en una
inmensa luz dorada y aterciopelada. Sus lágrimas se convirtieron en
diamantes que se encendieron como estrellas que la acompañaban, su
corazón se vistió de rosa y empezó a latir con fuerza, desprendiendo
notas de amor que a todo contagiaban, y ella, por fin se entregó al amor
y fue recompensada con el gran descubrimiento de la maravillosa vida de
la que no disfrutaba, porque antes tanto le pesaba.
Y una voz que nacía de lo más profundo de la tierra, desde sus cristalino fulgor que fuertemente palpitaba, pronunció palabras tiernas que se posaron en su corazón para siempre, para que las recordara:
- Vive
siendo libre, no te ates a nada, sé lo que eres, no quieras ser lo que
sólo acompaña, sé única y sublime, sé alma enamorada, todo es,
todo sigue, nada es dolor si tú no lo alimentas con tu saña. Vuela y
siente, que el amor que buscas dentro de ti se halla, y para compartirlo
sólo tienes que beber del agua de las montañas, de los bosques, del
cielo y del color de las marcas de los besos que tanto guardas. Tus
secretos corren por tus venas en busca de tu comprensión y del perdón de
tu mente confusa que tanto miedo entraña, pero pronto no serán más que
recuerdos y aprendizajes callados parar que vueles más alto durante la alborada.
Ama y serás amada...
Y la dulce hada por fin despertó y alzó su vuelo, salió de su jaula de pensamientos errados y con su ser envuelta, sonrió liberada...
Arael Elämä...
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