Amor,
no sabes cuánto añoro la calidez de tus manos, sosteniendo a mi
alma, abrazando mis ilusiones, contemplando el amanecer de mis
sueños, elevando hacia los cielos mi existencia renombrada por tu
boca, por tu voz que es la melodía que desviste a mis tristezas, y
me desnuda de mis manías locas...
No
conoces bien la plenitud que tus sonrisas dibujan en mi espíritu,
que goza de esta vida por tantos motivos, aunque sólo hay uno, sí,
sólo uno eterno, uno muy cierto y muy divino, uno perfecto, tu
presencia en mis ayeres, mis ahoras y mis mañanas más esquivos,
porque, entregada a la cascada de tu risa prófuga y bendita, me
vuelvo luna, sol, cielo, vida, y me convierto en universo por estar
en todas partes contigo interminablemente fundida...
Si
al abrir mis ojos en la aurora me envuelves como siempre en ese
"buenos días", me estalla el pecho y de él se me desmayan flores,
estrellas y mil delicias, mieles que sólo tú despiertas y que sólo
tú suscitas...
¿Recuerdas
amor mío cuando en Venecia coincidimos?, allí viajamos por el río
de nuestros deseos, danzamos con la música de nuestros anhelos, nos
bebimos las almas junto con el vino que embriagó a nuestros cuerpos
que sin pudor descubrimos, fusionando así nuestros caminos, y
supimos, sí, ¿recuerdas? allí lo supimos, que el huracán de
nuestros sentimientos vividos, se alojaría por siempre en nuestros
destinos...
Y
es que siempre te supe, siempre te tuve, siempre fui con tus manos el
poema que tu vida escribía, la historia de muchas existencias en las
que fuimos una sola conciencia divina, y ahora, ahora nos damos
cuenta de que tu paso no es diferente de mi sino, tus labios, que
aguardan que los míos se abriguen con ellos y se protejan de las incongruencias
que nos presenta la rutina, pronuncian mis palabras, mi poesía, y
damos gracias a este mundo que nos cobija por permitirnos
entrelazarnos y ser, ser y respirarnos mientras la tinta de nuestro
amor infinito que describe nuestra mirada y nuestra dicha, crea los
versos con la música de nuestras almas ligadas como la noche y el
día...
El
aroma de tus latidos se me clava en la garganta, y mi canción se me
desarma, se reescribe con tus caricias y se moldea con tus alabanzas,
y la resonancia de mi verdad se mezcla y diluye con la tuya, porque
ya eran antes de conocernos una sola partitura, un cuento de
fantasías realizadas y sentidas, un castillo de conexiones etéreas,
de cristales de reberveración pura y de materia creada con el amor,
en este lugar transmitida y reservada sólo para nuestra locura...
Y
por eso te añoro, amor mío, aunque no haya motivo, aunque me cubras
con tu ser por completo mientras me desperezo en las mañanas frías,
porque te vivo en mi pecho, porque te cuido y te beso, porque te amo
y te quiero, porque soy el rayo y la fuente de luz de donde provengo,
y a veces, sí, sólo algunas veces, te quiero tanto, tanto, tanto,
que me olvido de que ya estás conmigo...
Arael
Elämä...
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