Y un río de palabras se hizo entre sus sueños, deslizándose vertiginosamente hacia el final de la gran Montaña del Miedo.
Al alcanzar su destino, se expandieron un sinfín de letras en un mar infinito que se abría paso entre todo lo existente...
Y ella se bañó entre los versos, en una orilla intermitente de poemas y relatos, que iban y venían, que danzaban con sus pies inquietos, mientras una lluvia de colores y de gotas de zafiro y oro se mezclaban con sus cabellos gris plata y su mirada de luz, vestida de amor y de creación, de vida y de abundancia...
- ¡Soy rica! - gritó entusiasmada.
Sí, lo era, era la mujer más rica del mundo, y era libre, una mujer vestida de libertad absoluta, de conocimientos y de actos sublimes que la coronaban como la única y verdadera diosa de su templo, su cuerpo, su alma, y su mente como herramienta para crear aquel paraje de fantasía hecha realidad.
Sus cuentos habían nacido, sus libros, sus músicas, sus anhelos, y su corazón emanaba tanta felicidad que dos soles brillaban en el cielo para acompañarla en su nueva vida tan deseada.
Y ahí, justo ahí, mientras sus piernas sentían la frescura del agua de sus palabras expandidas, fue donde la vida le regaló un universo entero, para que pudiera continuar escribiendo y latiendo, bebiéndose el presente como exquisitas copas de un vino que recorrería sus labios sedientos de la lujuria que la vida le estaba entregando.
Todo estaba ya dispuesto para ella, ya había saltado al vacío, y ahora sólo podría seguir haciendo el amor con sus sueños, con la vida, con la magia, con el viento, con su divinidad, dejando atrás los obstáculos y las torpezas que la habían estado atando durante tanto tiempo, mientras aún continuaba adormecida...
Había nacido la Sacerdotisa...creadora de vida...
Arael Elama...
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