Ella,
enamorada del amor, seca sus lágrimas con la sonrisa de su alma, se
deleita con el abrazo de las nubes, con el quejido cálido del viento
del otoño, que desnuda dulcemente a los árboles que la observan
mientras danza, mientras su corazón asume el brillo que ilumina su
pecho ungido con la esencia de su belleza incauta.
Ella,
ama, ama tanto que se olvida de que el amor la ama, la adora, y en la
aurora se descalza para no hacer ruido, para besarla en la frente,
para cuidarla.
Ella,
se desliza entre los sueños como si fuera bruma, con su cabello de
plata, con su mirada sabia, con sus arrugas tempranas, que se dibujan
hermosas en su selecta mirada, y se apasiona con las notas de un
piano que suena, cantando un “te amo” eterno, presente en cada
suspiro que exhala y que por el amor se cuela.
Ahora
está agotada, y se duerme entre las flores, como si fuera un hada, y
se viste de lluvia su amado, para arroparla con agua de besos, con
gotas de caricias que por su blanca piel se derraman.
Ella,
enamorada del amor, cuántas veces lo llama, sin darse cuenta de que
él ya está con ella, y que también la ama...
Mas
despierta lo anhela y dormida lo halla, en el sol, en el cielo, en la
arena de la playa, en las olas, en la orilla, en el velero que
contempla acercándose para alcanzarla.
Y
ahí, con la espuma blanca, llega el amor para tomar su mano y
acompañarla...
Arael
Elama...
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