A
ti te escribo, a ti, sueño que se me cuela todavía entre suspiros,
a ti que fuiste sólo un espejismo de lo que mi alma dibujaba y
depositaba en mis anhelos, a ti que fuiste mi maestro sin conocer
apenas lo que crecía y se expandía en mi pecho.
Ahora
sé que sólo fuiste una isla invisible donde sentir un hogar
incierto, ahora sé que amar es mucho más de lo que leía de la vida
y traducía en mi mente cuando aún era tan sólo una chiquilla, una
adulta inmadura, envuelta en la inconsciencia de quien cree que el
amor es el apego, la codicia de tener lo que se ama y atraparlo,
venerarlo, enalzarlo para encarcelarlo en una relación de posesión
con el título de amor eterno.
Y
descubrí gracias a este enorme sentimiento, que no depende de nadie
que yo sienta, que yo viva, que yo sea la felicidad estendida en todo
mi cuerpo, y que, por tanto, que tú me amaras ya no era necesario
para que mi corazón te acogiera sin miedo y sin rechazo.
La
libertad se hizo en mí en un amor que no tenía que ser eterno en el
tiempo, pues las horas presentes eran todo, eran lo único existente,
lo único cierto, y es que en esos idílicos momentos, tú lo eras
todo, infinitamente todo, sin un mañana, sin la certeza de que el
futuro nos abrazara y acompañara en nuestro viaje como dos amantes
entregados al deseo.
No
preguntaría si yo era tu gran amor más intenso, lo sabría, mas
aunque no lo fuera, ¿qué importancia tendría si yo existiera en tu
ahora, en tu presencia, y el ayer no interfiriera nunca en nuestra
vida pues ya no nos acogiéramos a las apariencias?
Mas
no hubo ocasión de un romance, no contigo, aunque de tu mano llegó
ese ramo de rosas bellas cuya fragancia vino a recordarme que soy
capaz de amar a lo grande, incluso cuando la persona amada ni
siquiera se acerque a saludarme.
A
ti te escribo, a ti, a un “tú” que sólo hallé en mis castillos
de ensueño, a un hombre que habita en su dimensión de pensamientos,
que busca lo que es en lugares incorrectos, o quizás no, podría ser
que fuera yo quien errara al inventar un personaje en la ensoñación
de mis recuerdos, y sin embargo, todo eso ya no significa nada, mi
barco zarpó rumbo a otros misterios, y tú quedaste sumergido en lo
que no fue, en lo que amé con todo mi ser, incluso sin querer
reconocerlo...
Por
eso, mi querido amante narrado en algunos de mis cuentos, me despido
sin temor de hacer algo imperfecto, y me dirijo a mi alma, allí,
donde sé que conmigo me reencuentro, y dejo pasar los supuestos
amores que nacen del ego, para ir más allá, y no depender de llenar
mis huecos con tus vacíos ineptos, para ser completa y consciente, y
dedicar mi vida a lo que soy sin repudiar mis miedos.
Gracias
por existir y por estar en mi camino para guiarme hacia mi templo...
Gracias,
mas hoy debo partir para vivir, y volar, para emanar lo que llevo
dentro, porque soy rosa azul que se convierte en delfín, en zafiro y
en universo...
Arael
Elämä Araham....
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