martes, 12 de julio de 2016

LA LLAMADA ANÓNIMA


Sí, te pienso, te imagino, te rodeo con mi aroma de cristal que se me escapa como ráfagas de viento desprendiéndose de mi pecho, para abrazarte, para recordarte lo que es amar desde mi alma, para coserte las alas que olvidaste que podían devolverte la libertad de ser tú mismo, y alcanzarnos siempre, en nuestro vuelo, en el destino, en dimensiones bellas y también en este tiempo, en este espacio donde no te tengo, para fusionarnos como juramos en cada uno de nuestros encuentros, antes de que nos confundiéramos en nuestros abismos.

Y te hablo, te suplico, y te envío desde mis lágrimas una llamada anónima de auxilio, y desmayo mis palabras en el latido de mi cuerpo que se esconde compungido, porque siente, porque se estremece cuando tu respuesta llega como una luz, que se me cuela en los rincones de mi consciencia sometida por temores, que me impiden deshacerme del engaño de pensar que no vale la pena ser estos humanos mortales, porque sufren, porque anhelan, porque viven emociones que a menudo nos empujan a sumirnos en tormentos y mendacidades. Mas tu voz, la de tu esencia divina, me atraviesa el corazón para iluminarme y desengancharme de este miedo a no lograr nunca contemplarte, de esta lucha contra la sombra incesante que me acecha para dominarme.

Sé que no vendrás a rescatarme, no es tu cometido, sé que es mi fortaleza y mi tenacidad las que me mantienen viva en este enclave, y te he prometido que aunque vaya contra la corriente, aunque yo sola me salve, aunque pueda ser una loca más que se disfraza de adaptada y de valiente, no perderé la autenticidad que me identifica, mas tú sabes, mi vida, tú lo sabes, tú comprendes que mi llanto ha sido el alivio que ha sanado mis heridas, que tus ojos han sido el horizonte hacia el que he volado cada noche, y cada día, que tu sonrisa ha sido mi cobijo en esos lugares que nadie ha visto, esos donde siempre reconozco que eres tú quien me acaricia y me mima.



Así que, no me pidas que no te cuente lo que siento cuando se oscurece ese diamante que fui en algún universo, que ahora nos espera para regresar en ese viaje de partida, que todavía no comienza y no termina, no me ruegues que no llore, no intentes secar con tus besos gráciles esta tristeza que se mezcla con la dicha de sentirte, aquí en este instante, permite que te diga que te añoro en mi camino, que te busco en lo que vivo, que a veces flaqueo y me despierto sin aliento y sin encontrar sentido a lo que soy, a lo que pido desde esa carencia irreal que experimento cuando no te percibo.

Y es que soy humana, soy humana, y siento, y canto, y sueño, y grito, y lloro, y en ocasiones me lastima el frío que me sobrecoge cuando no hallo en tus brazos el abrigo que tú me dijiste que compartirías conmigo...

Una llamada anónima, un lazo de amor que viaja hacia tu alma, una palabra que te llena de mi esencia en una telepatía que no entiende de mensajes de la mente, torpe y recia, una comunicación con el lenguaje sublime de nuestras dos divinidades envueltas de estos cuerpos que nos alejan, o nos acercan...

Y recibi tu respuesta, y me estiré en tus pestañas para dormirme en tus párpados enamorados del presente, para entregarte mi desdicha en la mañana siguiente, y así, otorgándonos el placer de la cercanía de nuestros mundos, de nuestros cuerpos sutiles, decidimos dejar la espera para reencontrarnos en todas las líneas del tiempo en que nacimos...

Arael Elämä Araham...

No hay comentarios:

Publicar un comentario