Sí,
te pienso, te imagino, te rodeo con mi aroma de cristal que se me
escapa como ráfagas de viento desprendiéndose de mi pecho, para
abrazarte, para recordarte lo que es amar desde mi alma, para coserte
las alas que olvidaste que podían devolverte la libertad de ser tú
mismo, y alcanzarnos siempre, en nuestro vuelo, en el destino, en
dimensiones bellas y también en este tiempo, en este espacio donde
no te tengo, para fusionarnos como juramos en cada uno de nuestros
encuentros, antes de que nos confundiéramos en nuestros abismos.
Y
te hablo, te suplico, y te envío desde mis lágrimas una llamada
anónima de auxilio, y desmayo mis palabras en el latido de mi cuerpo
que se esconde compungido, porque siente, porque se estremece cuando
tu respuesta llega como una luz, que se me cuela en los rincones de
mi consciencia sometida por temores, que me impiden deshacerme del
engaño de pensar que no vale la pena ser estos humanos mortales,
porque sufren, porque anhelan, porque viven emociones que a menudo
nos empujan a sumirnos en tormentos y mendacidades. Mas tu voz, la de
tu esencia divina, me atraviesa el corazón para iluminarme y
desengancharme de este miedo a no lograr nunca contemplarte, de esta
lucha contra la sombra incesante que me acecha para dominarme.
Sé
que no vendrás a rescatarme, no es tu cometido, sé que es mi
fortaleza y mi tenacidad las que me mantienen viva en este enclave, y
te he prometido que aunque vaya contra la corriente, aunque yo sola
me salve, aunque pueda ser una loca más que se disfraza de adaptada
y de valiente, no perderé la autenticidad que me identifica, mas tú
sabes, mi vida, tú lo sabes, tú comprendes que mi llanto ha sido el
alivio que ha sanado mis heridas, que tus ojos han sido el horizonte
hacia el que he volado cada noche, y cada día, que tu sonrisa ha
sido mi cobijo en esos lugares que nadie ha visto, esos donde siempre
reconozco que eres tú quien me acaricia y me mima.
Así
que, no me pidas que no te cuente lo que siento cuando se oscurece
ese diamante que fui en algún universo, que ahora nos espera para
regresar en ese viaje de partida, que todavía no comienza y no
termina, no me ruegues que no llore, no intentes secar con tus besos
gráciles esta tristeza que se mezcla con la dicha de sentirte, aquí
en este instante, permite que te diga que te añoro en mi camino, que
te busco en lo que vivo, que a veces flaqueo y me despierto sin
aliento y sin encontrar sentido a lo que soy, a lo que pido desde esa
carencia irreal que experimento cuando no te percibo.
Y
es que soy humana, soy humana, y siento, y canto, y sueño, y grito,
y lloro, y en ocasiones me lastima el frío que me sobrecoge cuando
no hallo en tus brazos el abrigo que tú me dijiste que compartirías
conmigo...
Una
llamada anónima, un lazo de amor que viaja hacia tu alma, una
palabra que te llena de mi esencia en una telepatía que no entiende
de mensajes de la mente, torpe y recia, una comunicación con el
lenguaje sublime de nuestras dos divinidades envueltas de estos
cuerpos que nos alejan, o nos acercan...
Y
recibi tu respuesta, y me estiré en tus pestañas para dormirme en
tus párpados enamorados del presente, para entregarte mi desdicha en
la mañana siguiente, y así, otorgándonos el placer de la cercanía
de nuestros mundos, de nuestros cuerpos sutiles, decidimos dejar la
espera para reencontrarnos en todas las líneas del tiempo en que
nacimos...
Arael
Elämä Araham...
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