Soy
sólo brisa marina,
sal
que se pierde en el agua,
beso
de luz, labios de miel,
verso
fugaz de mi alma,
cielo
de mar, nube de sol,
calma
escondida en la piel,
que
se ilumina,
que
se dibuja en tu ser
para
mostrarte el amor.
Plumas
de nácar azul,
refugio
de tus andanzas,
lecho
de tu corazón,
mirada
de certidumbres,
mujer
vestida de tul,
para
amarte con sazón,
sin
costumbres,
sólo
con lo que yo soy,
sólo
con lo que eres tú.
Si
al contemplar mis pupilas
borro
tus pensamientos,
es
porque soy un relato
escrito
en lo que tú miras,
hallado
en tus sentimientos,
esquivo
de lo que tanto
tiempo
creíste que era mentira,
soñando
que fuera cierto.
No
vengo a robar tu vida,
ni
tus ideas, ni tu tiempo,
llegué
como un soplo
de
un nuevo aire fresco
al
escuchar tu llamada
envuelta
entre tus lamentos.
Cierro
los ojos y te veo,
inmerso
en tu mundo,
tan
lejos, tan cerca,
y
ante ti desaparezco
para
ser música y susurro,
para
que tu luz se engrandezca,
mientras
yo sólo deseo
que
tu alma sane y crezca...
Esa
es mi forma de amarte,
de
ser amor fuerte y sincero,
de
darme sin que me veas,
de
coronarme con tus talentos,
para
que te comprendas.
Somos
como dos ríos
que
siempre fueron uno,
agua
de estrella dividida
en
una ilusión, fantasía
de
que no estamos unidos,
mas
la verdad ya la adivinas...
Soy
más un hogar
que
un abismo de dolor,
soy
más tu propio ser
que
una isla donde llorar,
no
soy sólo una mujer,
soy
espíritu, soy voz,
soy
tu oculta realidad...
Pero
me iré,
si
así tú lo prefieres,
me
iré,
aunque
no me vaya nunca,
aunque
siempre esté presente,
si
el temor te sobrecoge,
si este amor a ti te abruma,
si no entiendes que me quieres,
aun siendo una idea absurda,
me
iré,
bendiciendo
tu experiencia,
para
que halles tu camino,
reencontrándote en tu esencia,
más hermosa y más pura...
Y allí, en ti mismo,
me descifrarás sin más,
en un momento tranquilo
cuando tus alas abras
y te eleves hasta cielo
para saberte hallar.
Arael
Líntley
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