Quiero
rasgar estas vestiduras que llevo, soltar la cuerda a la que me
sujeto, dejar morir lo que me hace esclava, esculpir mis sueños con
las lágrimas que derramé durante mi descenso al mundo de los
cuerdos, sacar de dentro de mí la huella de los imposibles,
arrancarme la piel de las mentiras y las decepciones, cubrirme de las
estrellas que brillan en tus ojos cuando me miras desde la lejana
tierra de los amores y los delfines, porque entre mil mares se halla
mi alma llamándome para que la abrace y le confíe mi pesar.
Quiero
soñarme en una realidad que ya no es sueño, descubrirme entregada
en tus brazos que me sujeten para bailar la danza de las caricias de
un amor inmenso y eterno, descubriendo los universos que nos rodean
para que saltemos entre ellos, de vida en vida, de verso en verso,
para crear nuestra canción y desplegar nuestros sentidos en los
silencios de los mundos desconocidos, sembrando belleza, regando la
vida con el amor que de nuestros labios unidos se derrama como lluvia
divina, colmada de humildad, de serenidad, de la pasión y el deseo
de ser uno, uno con nosotros, uno con todo lo demás.
Quiero
que esta mujer que me contiene sea libre, que se mueva grácil entre
el viento, siendo un suspiro a veces, y otras una melodía que se
encuentre viajando entre la gente, para ser sentida en lo más
profundo de cada esencia real y firme, de cada humano que en esta
tierra existe, para ser tan sólo la inspiración del alma que cada
uno busca y en un segundo se encienda la luz que todos tienen, pero
que nadie alcanza.
Quiero
ser la voz de cada letra que se me escapa desde un rincón de mi
presencia que no se explica, que no se entiende, que no es nada, pero
que lo es todo, porque es aquel lugar donde todo sucede, donde nace el
reconocimiento de la conciencia, donde es, donde existe, donde mora
el gesto de la dulzura que me hace ser lo que siempre fui, lo que
siempre seré, aunque no viva en este cuerpo en el que ahora resisto los
golpes de lo que he venido a aprender, que todo lo que anhelo se
encuentra en lo que dentro de mis ojos rima, y lo logro ver cuando en mi ser me pierdo.
Quiero
que me escuches, tú, corazón, tú, océano de esencia cristalina,
agua pura, ola de palabras de fragancia salina, para que te llenes de
este ensueño y te conviertas en la música que te muestre que las
noches que te quedas desmayado en ese insomnio, contemplando lo que
tu cielo te regala, la magia se despereza y te hace latir como nunca,
explicándote una historia que en rutinas y quehaceres no se alza y
no te abruma, pero en el susurro nocturno de tu brillo interno, se
hace casi palpable, se manifiesta, como algo etéreo que te ilumina y
te habla, que te transmite lo que yo quiero, que es lo que ya es, y
lo que anhelas, porque entenderlo no es sencillo con este ruido que
se nos cuela entre los dedos de la incosnciencia, la cual atrapa lo
que comprende nuestra mente preparada sólo para lo justo y
necesario, pero no para lo que soñamos y dibujamos en otros planos, ya que lo más sagrado se nos derrama como la arena fina de un lejano desierto en un espejismo que jamás tocamos.
Quiero
la locura de ser quien vine a ser, una flor que se desprende del
jardín para escapar de la corriente de ser perteneciente a una jaula de arquetipos, de fantasías de nomenclatura real por una gran unanimidad parcial, pues no soy de ningún tipo de rosa esclava, soy rosa silvestre, porque la belleza se libera de
entre los pétalos de aroma de zafiro y se confunde con el azul del
cielo para que la vean sólo los que libres sienten, desatados de sus cadenas, y viven, aman,
crecen, aprenden, mueren en un nacer nuevo que les sorprende y les
transporta a su verdad, a su poema, a su integridad...
Quiero
y tengo la libertad entre mis manos, y me desabrocho
de la opresión de la polaridad establecida, para saltar hacia el abismo de mi profunda realidad, y hallarte, a ti, sí, a ti que me esperas en ese acto de valentía de serme, de serte, de volar en poesía traducida en esta pequeña, pequeña persona que en tu corazón te mira...
Arael
Elämä...
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