En
parajes desconocidos hallé tu voz entrelazada a la luz de la luna.
Sonaba como una tenue canción que se convertía en susurro dentro de
mi alma, como si me hablaras a mí, como si tu amor se hubiera
sembrado en mi corazón a través de tu cántico.
Y
cuando me di cuenta de que te llevaba dentro de mi Ser, me había
enamorado perdidamente de tu esencia, de tu melodía, del murmullo
que nacía cada madrugada, cuando la luna comenzaba a esconderse
entre el azul claro del cielo que despertaba.
Creí
que eras una mentira inventada por mi mente, la imaginación más
hermosa que podría haber creado, la fantasía más sublime, el amor
verdadero manifestado en el viento, en la lluvia, en los árboles,
los bosques, en la silueta de las nubes que se vestían de
anaranjados tonos cuando el amanecer me abrazaba.
Mas
un día tus ojos me hablaron entre olas de mar, orillas de encuentros
no esperados, abrazos robados, y frases colmadas de promesas de un
mañana que debía otorgarnos la posibilidad de estar unidos en el
mundo que nos acogía, fuere cual fuere.
Y
te creí, y me sentí engañada cuando, con el paso de los años las
primaveras continuaron mostrando las flores sin que tú las pudieras
acariciar con tus manos, sin que pudieras cubrirme de ellas en
inviernos fríos, sin que pudieras deshojar los miedos para
entregarme un verano de esperanzas cumplidas, de certezas no
interrumpidas.
Mi
alma entonces desesperó entre sollozos de culpa, de miedos, de
desasosiegos, mas tú, no te rendiste jamás, y me regalaste un
millón de cielos, un millar de océanos fabricados con tu amor, con
tu consejo, con tu increíble capacidad de amarme a través de lo que
soy, de lo que siento.
Y
al caminar en este sendero de temores inciertos, el aire que
respiraba se convirtió en tus besos, la fragancia de los jazmines en
el manto que cubría mis anhelos, y los tulipanes en el rastro que yo
iba regalando en mi camino para que tú, mi amor divino, pudieras
hallarme algún día sin dudar que era yo, aquella mujer, aquella
esencia que te acogió en su corazón hace ya tanto tiempo.
Hasta
hoy, corazón de versos adormecidos, hasta hoy que he abierto la
ventana para que el fresco aroma estival que me acaricia mientras me
desperezo, me hable de tu regreso.
Y
aquí estoy, y aquí te espero, y aquí te siento...
Porque
el amor no es ese enamoramiento que se apodera de nuestra voluntad y
nos ciega de nuestros verdaderos sentimientos, el amor es lo que
llevamos dentro, la consciencia de lo que somos y de lo que sentimos,
de lo que vemos y lo que vivimos, y en esa consciencia te hallas tú,
en mi destino, en mi presente, en el mañana que ya es hoy, porque
así lo hemos decidido...
Arael
Elämä.
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