sábado, 2 de enero de 2016

ZAMBULLIRME EN MI SER

En un mundo donde todo era monotonía, limitación y donde la vida transcurría como una rutina esclavizante que me sometía, mi alma prisionera gritaba para escapar y liberarse de las cadenas que la encarcelazaban y la confundían.


Intentaba desligarse de sus ataduras a través de mis manos, mas sólo lograba expresarse escribiendo lo que ella sentía, y se dibujaban así las poesías que la definían, aun sin lograr liberarse y volar como ella tanto anhelaba y perseguía.


Una cárcel tras otra, una puerta abierta, una salida, y otra muralla que se alzaba ante ella y que la retenía.


Y entonces ella se hizo yo, se manifestó en mis ojos y todo a mi alrededor se volvió vida, movimiento, alegría. Las calles no parecían las mismas, las gentes eran diferentes, lograba ver su interior fulgurante, y aunque por fuera parecían sombrías, en sus corazones brillaban estrellas, algunas grandes, medianas y pequeñas.



Quedaba mucho por hacer, capas y capas de mendacidades que debían caer, como velos, como sombras que se irían alejando al alcanzar la luz, como destellos que se irían uniendo para dar forma a otra realidad que se ocultaba tras la niebla del acostumbrado error, de la verdad que no era verdad.


Hasta que, paso a paso, alcancé un lugar donde no había camino, donde debía aprender a volar, donde debía ser valiente y atreverme a saltar. Un gran precipicio muy cerca de un enorme mar, provisto de la gran aventura de lo que significaría soñar y amar, y ver tus sueños convertirse en realidad.


Era preciso atreverme a lanzarme a la nada, pero temía herirme y no recuperarme, temía engañarme, y entonces me habló mi alma, para decirme que mi ser me esperaba, que confiara, que yo sólo era una ínfima parte de un gran sol que era yo misma existiendo en dimensiones impalpables.


Y salté, salté porque sabía que mi Ser me sostendría, que me cubriría de su aroma y su delicadeza, que nadaría en él, bajo su presencia, buceando entre su amor y sus certezas, para después, cubierta de él, pudiera ir vestida de su fragancia...

Me lancé al océano de mi presente, de mi Vida eterna, para volver al origen de mi existencia, y ser uno con toda la conciencia, bañada en las olas de la playa de mi alma, de mi cuerpo, de mi inocencia...

Y ahora Soy, existo, dentro y fuera de los laberintos de la ilusión que la mente crea, en el cielo y en la tierra, en el agua, el fuego, el viento y la arena, en el éter, en el vacío y en la infinita fuente de donde proviene mi esencia...

Ahora nado completa entre peces, delfines y sirenas, en los mundos donde la vida es mucho más de lo que el ser humano refleja, para así poder manifestar otra realidad que ayude, como una gota más, a transformar a esta humanidad obsoleta...

Arael E. Araham

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