miércoles, 10 de diciembre de 2014

LA FLOR QUE TÚ NO ELIJAS



En mil planetas pude hallarte,
en las respuestas de tu alma,
en las cortinas que nos separaban,
en laberintos ambiguos
en la noche, el día, el sol,
en la luna y en el alba,
en todo eso eras presente,
te añoraba y te recordaba,
te vestía de mis sombras
para llorarlas en la alborada,
te desnudaba de ellas
tras descubrir que era yo
quien siempre las fabricaba,
te suplicaba clemencia
para que me reencontraras,
te desmayaba mis besos
ante tu boca que los rechazaba,
te perseguía en intentos
de que al mirarme vieras
por fin el reflejo de tu llama...

Y tras sufrir la caída del dolor,
tras llorar el camino del perdón,
tras morir en mi cuerpo
deseando e implorándote tu amor,
caí rota en mil espacios, en mil
luces de estrella que se desvanecían
en tu mente, en tu corazón,
ahogué mis sueños en tu ausencia,
maté con mis heridas la piel
que cubría la oportunidad
de amarte en este absurdo lugar
en esta ilógica demencia...

Creí buscarte, creí sentirte
más allá del viento y del aire,
amé quererte, amé saberte,
y entre luces de colores
escogiste no beberme,
elegiste perderme, antes,
mucho antes de tenerme...

Y supe así que ya no podía esperarte...



En la acérrima búsqueda
del cáliz del amor sagrado,
primero hallé la desgracia
de sentir que el ser amado
tan anhelado, tan venerado,
no poseía el don de saberme,
ni vería lo que no sabía ver,
ni hallaría lo que no lograba
buscar desde su única verdad...

Y luego falleció el personaje
que inventó el amor sobre el amor,
y amanecí envuelta en mi ser,
descubriendo que yo soy la flor
que da su aroma, que da su vida,
la flor que en mi jardín más brilla,
la flor que sólo ve aquel que mira,
la flor que ama sólo quien sabe amarla,
la flor que ya no busca, ni espera,
sólo se ilumina al sentirse viva,
la flor que ya no llora, ni se lastima,
la flor que ha florecido para existir,
sin ser lágrima, para ser rima,
la flor que todo ama, que a todo estima,
la flor que acepta que sola
puede ser libre completa,
porque ama sin condición, sin prisa,
porque ofrece amor sin devolución,
porque es pura y precisa,
porque esa es su rendición,
la de ser amor aunque tú,
rey del jardín de mis risas,
ni me ames, ni me elijas...

Arael Líntley

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