Camino sin ver el camino, pisando sobre mis propias huellas, siguiendo el susurro de mi alma que me indica a cada paso por dónde debo continuar avanzando.
El horizonte se cierne ante mí como un futuro incierto, amaneciendo sobre mi pecho y deshojando mi alma, lentamente, con sosiego...
Soy como árbol desnudo ante el mañana que me espera, sin nada ya que sostener en mis manos, salvo amor, luz y esperanza...
Recorro parajes desconocidos bajo la protección de mis ángeles que me alumbran con su luz para que no erre en mi andar, para que alcance mi destino...
Abro mis brazos, mi corazón y me digo “yo soy luz, yo soy amor, yo soy mi guía y mi estrella, yo me amo y me respeto, yo soy de nuevo la que siempre he sido”
Despojada de todo aquello que fui recogiendo, me desvelo ante el nuevo mundo para llamar a su puerta, estoy aquí, soy otra hermana que ha elegido el camino...
Y allí, en la entrada de mi hogar divino, te hallo a ti, como espejo frente a mi alma que anhelaba estar contigo, y un abrazo de fusión ardiente nos ha envuelto en una llama de amor eterno que nos ha unido...
Ahora, siendo yo más yo en esta era nueva, soy más fuerte porque mi amor y el tuyo han completado por fin nuestro ciclo...
Yo soy en ti la parte que aprendió en mi yo dormido, tú eres en mí la parte que aprendió en tu yo dormido, ambos dormidos antes y separados, hoy ya despiertos y al fin unidos...
Y aunque hoy aún no ha ocurrido, esto es el pasado, el futuro, el presente que ya he vivido...
Arael
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