Ser yo, sólo yo, desnuda, sin mentiras, sin disfraces...
Como una melodía que se expande, que te envuelve, que refresca tus creencias,
que te muestra la verdadera esencia de la vida, la felicidad extendida desde
las almas hacia las almas... Desvestida del ego, des sus carencias ciegas y exentas de
la sabiduría que realmente nos guía por nuestra correcta senda, me despojo de
lo viejo y obsoleto, y me visto con el amor puro, con los ropajes de la luz del
universo, la luz que compone nuestros cuerpos, formas etéricas que se visten de
carne, de piel, de huesos... Ser yo, sólo yo, amándome, amándote, amando todo
en su conjunto, a ti, a él, a ella, al todo... Ser yo, ser amor, ser amor en el
amor, con la simpleza de una flor del campo, sencilla, frágil tal vez ante la
fuerza de los egos, pero fuerte y arraiga den el firme suelo...
Abro la
ventana hacia mi alma
sedienta de amor elevado y puro,
dejo pasar
el aire fresco, la brisa clara,
para sentir
en mí cómo me canta el susurro
de las notas
de la música que me abraza…
Abro la
ventana hacia mi alma,
hambrienta
de la luz de los destellos
de mis
hermosas y dulces alas
que brillan
como luceros bellos
y se agitan
para que vuele ensalzada…
Abro la
ventana hacia mi alma,
complacida
por su eterna libertad,
vestida sólo
con la inocencia de la magia,
la del
sentimiento de la autenticidad,
verdad del
corazón que se propaga…
Abro la
ventana hacia mi alma,
y te digo
–ven y mira ahora-
observa tu
belleza en mi mirada,
sabrás así
que también imploras
abrir tu
ventana en la alborada…
Arael…
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