Si
llorar fuese la llave para alcanzar
a
tu alma cautiva por la niebla
del
pasado que la encerró
entre
las rejas de la adversidad,
en
una atmósfera espesa
que
no atraviesa mi amor,
que
te envío para poderte guiar,
si
mi llanto fuera suficiente...
ya
habrías visto salir el sol.
Reconocerte
no es lo complicado,
mas
sí lo es tocar tu corazón,
llamar
a tu ser para que despiertes
tampoco
resultó en vano,
y
la lucha por alcanzarte con tesón,
ahora
me está apartando inerte...
pues ya sin fuerzas me desmayo.
Riego
las flores del jardín cuando
la
luz de mi alma se enciende,
para
avivar los colores hermosos
que
desde siempre vivo amando
con
todo mi espíritu existente
que
sin condición ama dichoso
guiándome
muy activamente...
Y
si mi esencia siempre te siente,
si
mi alma no te olvida,
ésta,
la mujer torpe y humana,
con
su dolor cada noche duerme
callada,
triste y vencida
por
tan tremenda batalla,
del
día a día sin resolverme...
No
es un final, lo sé, lo sé,
marcas,
pruebas, señales,
se
alzan ante mi cobardía,
me
levantan del suelo otra vez,
para
luchar en los umbrales
entre
el miedo y la alegría,
sin
importarme los porqués,
para
enseñarte la salida...
Y
cuando salgas, cuando respires,
no
sé bien qué pasará conmigo,
si
mi función fue sólo salvarte
o
intentarlo es mi declive,
y
si hoy me arriesgo contigo
es
porque desconozco no amarte,
cómo
irme cuando ya vives
físico,
completo aunque esquivo
después
de tanto esperarte...
Como
un viento que pasó
fresco,
bello y efímero,
veo
pasar a mi otra parte,
estrella
fugaz que encandiló
con
su brillo magnífico,
y
me hizo sentir muy grande,
y
doy las gracias en su honor,
porque en ello queda implícito
mi
reverencia, mi alarde
ante
mi asombro y devoción
por
tal “mitad” impresionante...
Si
tú vieras tu alma como la veo yo...
no
sufrirías, hombre andante...
Arael...
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